¿Un galeón o una bicicleta?
Si acabas de dar con Unviajedecuento te puede sonar extraño este apartado, un asunto marítimo o una errata; sin embargo, probablemente provoque una sonrisa al lector que ha seguido mi viaje a través de los libros.
El galeón es mi bicicleta, que no tiene nombre ni pedigrí, pero que durante el transcurso del viaje ha protegido a su capitán de la locura erigiéndose en un ficticio navío con una ficticia caterva de personajes, piratas y polizones a bordo, todos los cuales han dado vida a los múltiples rasgos que termina por desarrollar la psique de un viajero solitario. Desde el cocinero al guardián del tesoro, desde el timonel al esquirol, desde el oficial masoquista al consejero prudente, y el curioso, el optimista, el vigía, el caballero, el canalla, y el de la botella de ron... Una excelente tripulación para este aprendiz de capitán que quería conocer el mundo a bordo de... ¿una bicicleta o un galeón?
Algunos números...
Si eres un entusiasta de los números, aquí van unos cuantos sobre esta maltrecha bicicleta o incombustible galeón...
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De polizones...
No puedo recordar todos los amuletos y regalos que han colgado del manillar a lo largo de estos años, ni este galeón ha tenido un registrador de la propiedad para anotarlos. Regalados venían y regalados se iban, aunque en la mayoría de las veces sin mi consentimiento; algunos de ellos suponían, imagino, una tentación irresistible para las manos de un niño...
Aquí, en la foto, están sin duda dos de los más ilustres polizontes de este galeón: el abeto Juan y la bruja Maripili. La segunda (debajo del cuentakilómetros) fue un regalo de mi madre en Malasia. Maripili perdió de inmediato su escoba y se empeñó en viajar gratis por el mundo. Hubo veces en las que pensé que resistiría hasta España; de hecho, ni monzones, ni inviernos, desiertos, tundras, pudieron con su sombrero de bruja. No pudo ser. Tras perder sus brazos y piernas, un día se dejó caer o desapareció de mi vista. Tuvo el buen gusto de no despedirse. Y el primero, el abeto Juan... es una larga historia, un simpático protagonista del libro de América. A él le detuvo la policía estadounidense, truncando sus ganas de conocer mundo. Por cierto, en esta foto se aprecia perfectamente mi sillín "Blooks" chino... |
Otro emblemático polizón fue este brazalete africano que viajó golpeteándose sin cesar durante dos años largos. La foto de la izquierda es en África (la del elefante al fondo...) y la otra es en el Pamir a 4600 metros de altitud. No recuerdo con exactitud cuándo desapareció de a bordo, pero creo que fue en India, alguno de esos niños o adultos que solían rodear mi galeón a cada rato que paraba a tomar un té....
Irreductible, como la aldea gala...
Un maltrecho galeón que ha dado muestras de su entereza abriéndose paso por los peores caminos de este planeta, atracando en bahías traicioneras donde amanecer sepultado por la nieve, o navegando cubierto de barro durante días y días sin otear de lejos la más mísera gota de aceite para su cadena...
Mi hogar, mi navío, mi libertad...
Un galeón que, en fin, ha hecho bueno durante casi diez años el dicho: "Donde cuelgo mi sombrero, ahí está mi casa".
Mi hogar, mi navío, mi libertad, siempre expuesto, siempre sin puertas ni ventanas. Una bici sencilla, barata, sufrida y maltrecha que se metamorfoseó en galeón para arribar a los puertos más remotos del mundo y ver los rincones más soñados. Desde los picos del Hindu Kush afgano a las pirámides del Cairo. Desde Granada a Granada, dando la vuelta al planeta. Un galeón pirata y bucanero que ahora mira con su rostro surcado de cicatrices y su sonrisa irresistible a las lindas bicicletas urbanas de mi ciudad... Que los dioses te den larga vida, compañero. |