MALASIA 2 Y BRUNEI.
Al llegar a Kuching, una ciudad moderna de Borneo-Malasia, paso tres días descansando, relamiéndome de la aventura con el confort del aire acondicionado y el café instantáneo. Después, me voy a pasar unos días al parque Bako, donde tienen plantas carnívoras y una divertida fauna...
- 'Yeah…'
- 'Ajá… yeh…'
- 'Yeah…'
- Maldita sea, -me digo aún a medio despertar,- no ha salido ni el sol, cómo es posible que hayan llegado hasta aquí unos turistas.
Estoy durmiendo en una remota playa de Bako, un lugar idílico donde la selva llega hasta la orilla. Me incorporo para ver quién está andando por ahí y me llevo una sorpresa que casi me hace tirar la mosquitera. A través de la red veo a dos enormes monos narigudos a mis pies, que con su entrañable gesto humano parecen decirme 'Queremos saber quién diablos es usted'.
Tras un par de segundos, los tres nos asustamos; ellos brincan atrás y yo cojo instintivamente lo más cercano para defenderme, que resulta ser un bote de mermelada. Ridículo. Pasan unos segundos más de curiosidad, y ellos deciden volverse a las ramas de los árboles; respiro agitado, sonrío, y me voy a la playa a nadar un rato. Después desayuno con la familia al completo, que desde las ramas miran divertidos a ese mono desnudo bebiendo café. Son una especie de mono amenazada, que sólo habita en Borneo, con una enorme nariz y pelaje brillante, muy limpio. Una sorpresa estupenda, pues el día anterior estuve buscándolos sin éxito ninguno.
Los alrededores de Kuching son también un buen lugar para ver orangutanes. Aparte de lo divertido que es contemplarles moviéndose de una rama a otra, estos grandes simios despiertan una sensación difícil de explicar. Silenciosos, de lentos movimientos, dan la sensación de alguien que no quiere hablar contigo. Quién sabe si la teoría de Darwin durará más de lo que duró la bíblica, pero mirarles a los ojos es algo sensitivo, siento proximidad.
De Kuching salgo con la intención de rodear la isla y volver a entrar en Indonesia, por el este de Kalimantan. La carretera en Borneo-Malasia es excelente, pero monótona. Los malayos están muy modernizados, son distantes y a veces tengo días bastante aburridos, algo que nunca ocurría en Indonesia. Con todo, una bici provoca siempre curiosidad, da pie a que ocurran cosas, como asistir a un par de peleas de gallos, algo ilegal en Malasia.
La comunidad china es distinta. Los chinos malayos, que emigraron aquí hace varias generaciones y han permanecido a salvo de la revolución cultural de Mao Tse, mantienen muchas costumbres vivas. Son dulces, tímidos, muy respetuosos y divertidos. Suelo buscar el barrio chino para alojarme y pasar el tiempo. Otra cosa es la comida. Normalmente voy por un clásico 'arroz con lo que sea', pero otras veces me aventuro y pido lo de la mesa de al lado y acabo con un colorido bol que tiene judías, maíz, gelatinas varias, hielo y algo blandito que ojalá sea tofu…
Unos días después, entro en Brunei, el país de uno de los hombres más ricos del mundo. Me detengo en la capital, Bandar Seri, pues de otra manera casi lo cruzo en un día. Una ciudad curiosa, tal vez la única capital del mundo en la que no hay taxis, pues todo el mundo tiene uno o dos coches. El sultán cuida con astuta generosidad de sus súbditos, que disfrutan uno de los índices de desarrollo más altos de Asia. Desde el arroz hasta el Haji -la peregrinación a la Meca-, todo goza de subvenciones para mantener contenta y quietecita a la población. Las mujeres no pueden votar, aunque tampoco hay candidatos al trono, que es el gobierno. Verdaderamente curioso. Como la invitación a dormir que tengo allí: ni más ni menos que el lujoso Sheraton. Llego a sentirme un poco incómodo ante tantas almohadas y albornoces.
- Y si no te invitamos, ¿dónde hubieras dormido? -me pregunta uno del equipo directivo, en el aperitivo de la noche.
- Tal vez hubiera acampado en algún parque. Parecen muy tranquilos.
- ¡Ja! ¡Ni hablar! Te hubiera detenido la policía. Los parques son tranquilos precisamente porque no se permiten vagabundos… - En fin, hasta el relaciones públicas del Sheraton puede meter la pata. A mí me hizo gracia.
Había solicitado mi primer visado en Kuala Lumpur. Para obtenerlo, Indonesia exige mostrar un billete de salida, y yo alteré un e-ticket de un amigo inglés. Supuestamente volaría de Dili a Darwin, en Australia. Recuerdo que me pregunté '¿Dónde está Dili?', pero acababa de llegar a la zona e Indonesia tiene tantas islas que no le di importancia. El tipo de la embajada se entretuvo mirando mi ticket y pensé que no se creía el truco, pero no era eso... en fin, me dio el visado y asunto zanjado.
Tres meses después, voy a solicitar un segundo visado en el consulado de Tawau, e imprimo con prisas el e-ticket dichoso cambiando fechas solamente, sin prestar atención. La amable funcionaria me pregunta.
- ¿Usted va a volar de Dili a Darwin?
- Si, claro, a Australia.
- Ya, pero... ¿Dili está en Indonesia?
¡El Dili del carajo! No, no está en Indonesia, estoy seguro que no está; ya conozco bien el mapa y me suena, pero no está en el país.
- ¡Por supuesto que está en Indonesia! - digo contundentemente, acusándola con mi tono de ignorancia. Qué otra cosa podía hacer. Y aquí me ayuda la experiencia previa mintiendo como un bellaco en la embajada pakistaní de Kabul. 'Necesita usted una carta de recomendación de su embajada' me dijo el funcionario. Obviamente mi embajada no iba a darme carta alguna sabiendo que viajo en bicicleta. 'Imposible, señor, no hay embajada española en Kabul'. '¿Está usted seguro?' '¡Por supuesto! Soy ciudadano español, conozco donde están mis embajadas!'. El tipo se disculpó ante mi firmeza y afortunadamente no comprobó mi mentira.
En en el consulado de Tawau, la chica se gira hacia sus compañeros y pregunta.
- ¿Dili está en Indonesia?
Yo no sé si echarme a reír o echarme a temblar. No se debe mentir en la solicitud de un visado.
Un tipo se gira desde su silla y contesta 'Si'. Fuera de Occidente, ante una pregunta cuya respuesta desconocen, mucha gente responde siempre 'Si'. Es una forma mixta de no demostrar ignorancia y no contrariar al que pregunta. Desde su punto de vista no es mentir. Las preguntas '¿Esta es la carretera a Nairobi?' o '¿El museo abre por la tarde?' tienen una respuesta fija 'Si', independientemente que la carretera vaya al Congo o el museo lleve en obras un año. Es mejor hacer la pregunta evitando una posible respuesta 'Si/No', '¿Dónde va esta carretera? o ¿A qué hora abre el museo?' Ahí, si el tipo no lo sabe, puede que hasta lo confiese.
La chica del consulado, pues, coge mi pasaporte, sonríe y me pide que espere.
Yo, discretamente, me voy al mapa que cuelga en la pared y busco... ¡Dili es la capital de Timor Leste! Garbancito, ya no hay nada que hacer, espera a ver qué pasa. Y como no suelen desconfiar de los occidentales, salgo con el visado en el bolsillo. Aunque mentir sea útil en ocasiones, ¡la Geografía es más importante!
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